Tres empresas de ciberseguridad locales nacieron con este foco y otras suman el servicio a su portafolio; su demanda interna y en el exterior aumenta pero lidian con la escasez de personal.
En abril del año pasado, la noticia sobre una startup uruguaya que captó US$ 5,4 millones de inversión llamó la atención del sector tecnológico. Sin embargo, otro detalle se llevó el protagonismo, era una firma de hacking ético.
«A las empresas las van a intentar hackear todos los días. Entonces, la mejor forma de estar protegidos es trabajar todos los meses para bajar esas vulnerabilidades...con hackers», explicaba en su momento Santiago Rosenblatt , fundador de la startup Strike que recibió fondos de inversores globales como Greyhound Capital, FJ Labs, Canary, NXTP, VentureFriends, Magma Partners, Latitud y OrokVentures.
La compañía funciona como un «Uber» de strikers (hackers éticos). Cuando una empresa requiere sus servicios, la startup contrata profesionales para que la «ataquen» y detecten sus vulnerabilidades.
El hacking ético es un servicio de consultoría externo que permite a las empresas estar preparadas para ataques de piratas informáticos, sumó Mateo Martínez, experto en ciberseguridad y cofundador de Krav Maga Hacking, empresa uruguaya de ciberseguridad.
Hasta 2020, el hacking ético crecía moderadamente. Llegó la pandemia y se aceleró el proceso.
«Se disparó la cantidad de ladrones en la era digital, tanto porque las empresas aceleraron la digitalización como porque la gente que se fue a la casa a trabajar», indicó Martínez.
Andrés Gómez, cofundador de la empresa de ciberseguridad Nexa, centrada en hacking ético, coincidió. «A partir de inicios de 2018 la demanda en el mercado comienza a crecer pero explota con la pandemia».
«Es un buen momento porque el mundo se volvió digital. Hoy tenemos 600 clientes principalmente del exterior. En Uruguay ya hay empresas locales que entienden del tema, sobre todo las grandes que pasaron por esto, que saben que anualmente deben hacer una prueba de hacking ético. Las chicas, más familiares, son las que tienen problemas y están más rezagadas. Algo que explicamos es que con nuestro trabajo descubrimos cosas que las podría detectar un hacker criminal», dijo Martínez.
Leonardo Berro, fundador, socio y director en Security Advisor , empresa uruguaya de seguridad de la información con 23 años en el mercado, comentó que en 2016 sumó el servicio de hacking ético. Al mirar los últimos años, esa parte del negocio creció más de 50% anual en cantidad de clientes en todas las oficinas (Uruguay, Argentina, Chile y México). La empresa, que cuenta con un equipo total de 60 personas (25 en Uruguay), formó un grupo dedicado a hacking ético.
«Antes este servicio era para pocos clientes, pero ahora hay más concientización sobre problemas de ciberseguridad y se masificó. Y la pandemia tuvo mucho que ver. Entre otras cosas, por el teletrabajo, porque ya no estás en una oficina protegida con los sistemas de la empresa», acotó Berro.
Si bien el hacking ético es aplicable a todas las empresas, algunos sectores recurren a esta solución más que otros. Según los expertos, fintech y banca son los que más los demandan, pero también hay e-commerce, cripto, seguros, gobierno, minería, salud, entre otros.
El estudio Cybersecurity Workforce Study de 2022, revela que, si bien la mano de obra mundial en ciberseguridad se encuentra en su nivel más alto (4,7 millones de profesionales), aún se necesitan otros 3,4 millones más.
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